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ConVocados - IV Domingo Pascua
A día de hoy, ¿Quién nos puede asegurar y prometer verdad y compromiso? ¿Fidelidad e identidad?
Son muchas las voces que nos llegan en mensajes, programas, propuestas, promesas de los medios de comunicación, de los líderes, de los amigos; mensajes de distintos colores… pero ninguno dice con su vida: “no los dejaré de mi mano”, es decir, no os abandonaré.
Jesús viene a traernos una palabra de verdad, nosotros que nos movemos continuamente en la posverdad, en este mundo donde lo subjetivo da valor a lo real. Jesús nos muestra que la palabra, la disposición de escucha lleva siempre a un compromiso con el otro y por el otro. También a una identificación con Jesús, semejante a nosotros, que nos lleva de la mano hasta encontrarnos con el Padre.
LA voz que nos convoca nos habla de compromiso con el hombre, con el hermano. A no ser indiferente antes las alegrías y sufrimientos de quienes tenemos cerca y de quienes padecen lejos.
Su palabra nos habla de fidelidad: “nadie las arrebatará de mi mano”, “mi Padre, que me las ha dado, supera a todos”. El Padre y el Hijo apuestan por el hombre, no dejan de lado la obra de sus manos. Estamos llamados a “divinizarnos”, a asemejarnos a Dios Trinidad en su comunión de amor y vida desde nuestra opción vocacional: matrimonio, consagrados, vida laical, sacerdocio, misioneros…
Su llamada nos habla de identidad: “Yo y el Padre somos uno”. Cada uno de nosotros ha sido invitado a unirse al proyecto de Amor, Justicia y Paz de Dios Trinidad.
¿Cómo respondemos en nuestro día a día y desde nuestra realidad? Quizás necesitamos que Jesús, Buen Pastor, nos espabile el oído con su voz para encaminar nuestra vida tras sus pasos.
“Como cristianos, no sólo somos llamados, es decir, interpelados personalmente por una vocación, sino también con-vocados. Somos como las teselas de un mosaico, lindas incluso si se las toma una por una, pero que sólo juntas componen una imagen. Brillamos, cada uno y cada una, como una estrella en el corazón de Dios y en el firmamento del universo, pero estamos llamados a formar constelaciones que orienten y aclaren el camino de la humanidad, comenzando por el ambiente en el que vivimos. Este es el misterio de la Iglesia que, en la coexistencia armónica de las diferencias, es signo e instrumento de aquello a lo que está llamada toda la humanidad. Por eso la Iglesia debe ser cada vez más sinodal, es decir, capaz de caminar unida en la armonía de las diversidades, en la que todos tienen algo que aportar y pueden participar activamente”. (Mensaje Del Santo Padre Francisco para la 59 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones).
JST
¡Es el Señor! - Domingo III Pascua
Jesús Resucitado se hace hoy presente en lo cotidiano de la vida de sus amigos: una jornada de pesca aparentemente poco fructífera y un desayuno compartido al alba, alrededor de unas brasas. Significa que su Vida forma parte de la nuestra, de nuestras pequeñas rutinas y ocupaciones diarias, de lo anodino y a la par esencial de la existencia humana. Y, sin embargo, la mayoría del tiempo, no lo sentimos así. ¿Por qué?
Porque reconocer esa Vida de Jesús en la nuestra supone dejar que su Amor profundice nuestra mirada. Y eso es lo que hace el “discípulo amado”, y a su manera, también Pedro. Acostumbrar la mirada a detenerse y a contemplar más allá de la superficie, porque solo quien trasciende la apariencia, guiado por el amor, incluso a distancia, reconoce al Señor. Y solo quien es capaz de escuchar la voz de quien lo reconoce, (“Es el Señor”), y se fía, y se deja llevar por un corazón que da saltos por la posibilidad de que sea Él, puede lanzarse de “su barca de faenas”, desnudo, para ser el primero en encontrarle.
Pedro representa al ser humano apasionado que no sabe de medidas, para bien, o para mal. No midió en la radicalidad de sus negaciones, no contuvo su llanto arrepentido, y no mide ahora en su impulso desbordado de tirarse al agua desnudo, ni mucho menos en su declaración ferviente de un amor tan sincero, como desmedido.
El Amor en dos versiones humanas, la de la mirada serena y contemplativa, y la de la pasión auténtica y enamorada. Las dos capaces de reconocer al Señor Resucitado y seguirle hasta el final.
Hna. Marta Beneyto, JST
Paz a vosotros - Domingo II Pascua
En este mundo tan sediento de paz, el saludo pascual de Jesús llega hoy como un regalo maravilloso e inesperado, con una resonancia tal vez inaudita para nosotros, como si por primera vez el deseo de paz de tantos seres humanos obtuviese una respuesta directa y clara, que solo pide ser acogida en el corazón. El Resucitado hace suyo nuestro profundo anhelo de paz, y lo repite hasta tres veces -porque el 3 es el número que hace realidad las cosas-, como con la urgencia de quien sabe que solo con su Paz llegará la sanación de las heridas, de tanto dolor y llanto, del espantoso sufrimiento de la guerra.
Y con la Paz, como si fuera poco, nos ofrece también su Espíritu. Un Espíritu capaz de transformarlo todo a su paso y de arrasar con nuestras pequeñas y mezquinas “zonas de confort”. Un Espíritu que abre puertas cerradas a cal y canto, que da cabida a posibilidades insospechadas, que alienta sueños para hacerlos posibles y cambia miedos por riesgos asumidos con ilusión y confianza. Un Espíritu que nos impulsa a creer sin haber visto y a sentirnos tan dichosos por ello que, de lo más auténtico y hondo de nosotros mismos, llega a brotar ese grito de fe, ese clamor encendido que pone en nuestros labios la oración de Tomás: “Señor mío y Dios mío”.
Hna. Marta Beneyto, JST
Vio y creyó- Domingo de Resurrección
“Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Tremenda noticia que hay que compartir inmediatamente. Jesús muere como uno de tantos, pero su última palabra es la VIDA. Desde esta clave se ilumina la comprensión de las Escrituras, cada uno de los momentos vividos por el Señor entre nosotros. Todo cobra sentido, una nueva esperanza acompañará la vida de toda persona que cree en Él.
La supremacía de la Vida sobre la muerte eleva a un nivel infinitamente superior a:
- - La esperanza sobre el pesimismo.
- - La reconciliación sobre el rencor.
- - La verdad sobre la difamación.
- - La bondad sobre la calumnia.
La experiencia de la Resurrección nos lleva a vivir con los ojos de Cristo, ojos puros, misericordiosos, que transmiten paz y reconciliación. Vivamos como verdaderos discípulos de Cristo Resucitado, ALELUYA.
Hna. Mercedes Conde, JST
Domingo de Ramos - Bendito el que trae el amor y la paz
En este día conmemoramos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y por otro lado el comienzo de la Semana de Pasión. Jesús está preparado para entregarse definitivamente, el paso de su vida entre nosotros ha sido breve pero intenso, ha experimentado en su propia carne el sin sentido de ser condenado por hacer el bien, el sufrimiento de los justos, ha padecido la burla, la mentira, la difamación y la traición a cambio de entregar amor, misericordia, perdón y compasión. Esta realidad supone un desajuste para nuestros cálculos y modos de proceder ante la actitud de Jesús que devuelve siempre bien por mal.
Su entrada triunfal representa:
- La victoria de la vida sobre la muerte.
- Del amor sobre el odio.
- De la humildad sobre el deseo de poder.
Como seguidores de Jesús se nos invita a vivir sus mismas actitudes; podremos lograrlo con su gracia y no con nuestra fuerza.
Hna. Mercedes Conde, JST